La lactancia en el hospital
lo que nadie te cuenta y por qué es tan importante llegar informada
Durante mis años trabajando como enfermera en maternidad y neonatología he acompañado a cientos de mujeres en sus primeras horas y días de lactancia. Y si algo he aprendido es que la mayoría no abandona la lactancia por falta de capacidad, sino por falta de información, de apoyo y de una escucha real.
El hospital es un lugar especial, pero también puede ser un entorno hostil para una mujer que acaba de parir: hay cansancio, dolor, emociones intensas, cambios hormonales, y además… todo el mundo opina. Todo el mundo aconseja. Todo el mundo “sabe”.
He visto a mujeres maravillosas, fuertes, sensibles, entregadas… dudar de sí mismas en cuestión de horas. He visto a madres al borde de abandonar la lactancia simplemente porque no tenían a nadie cerca que les dijera la verdad, con calma y con rigor.
- He visto a mujeres llorar porque su bebé no se enganchaba “como tenía que ser”.
- He visto a otras asumir que “no tenían leche” cuando, en realidad, estaban en un proceso completamente normal.
He visto pezones doloridos por malas posturas que se podrían haber corregido en cuestión de minutos.
Y también he visto cómo una frase desafortunada, un mito o un consejo incorrecto podía sembrar una semilla de duda que lo cambiaba todo. La realidad es que muchas prácticas hospitalarias todavía se apoyan en mitos, en falsas creencias o en indicaciones desactualizadas. Y muchos profesionales —con muchísimo cariño lo digo— no han recibido la formación suficiente en lactancia como para acompañar adecuadamente a una madre en un momento tan delicado. Cuando eso ocurre, la mujer recibe mensajes contradictorios: “Dale cada tres horas”, “Tu leche no le alimenta”, “Ponle un suplemento por si acaso”, “Tiene hambre otra vez, eso es que no tienes leche”, “Es normal que duela, aguanta”. Todos ellos mitos. Todos ellos dañan. Todos ellos pueden romper una lactancia que, con apoyo adecuado, hubiera sido totalmente viable. ⸻ La importancia de confiar en ti, en tu cuerpo y en tu bebé La lactancia es un acto de confianza. Confianza en tu instinto. Confianza en tu bebé. Confianza en tu capacidad. Pero si llegas al hospital sin información clara y sin haber escuchado nunca cómo funciona realmente la lactancia, es muy fácil entrar en ese bucle de inseguridad: • dudas, • comparaciones, • miedos, • consejos contradictorios, • presión externa, • sensación de “no lo estoy haciendo bien”. Y ahí, la lactancia puede tambalearse. No porque tú no puedas, sino porque el entorno no acompaña. ⸻ Por eso insisto tanto en la importancia de llegar preparada Nadie debería enfrentarse a ese momento sola, sin herramientas. La lactancia no empieza en el hospital, empieza antes: en un taller, en un grupo de apoyo, en una charla, en una sesión donde puedas preguntar, aprender y sentirte segura. Cuando una mujer llega informada a su parto: • reconoce lo que es normal y lo que no, • entiende el comportamiento del recién nacido, • sabe cómo colocar al bebé, • sabe cuándo pedir ayuda, • y puede distinguir un mito de una información veraz. Eso cambia el 80% de la experiencia. Porque en medio del cansancio, del torbellino emocional, de la vulnerabilidad y de las opiniones externas, **lo que sostiene la lactancia es la


