Las primeras horas tras el nacimiento de un bebé son un momento único e irrepetible. Lo que sucede en este tiempo puede marcar de forma profunda el inicio de la lactancia materna y la vivencia emocional de la madre y el recién nacido.
Desde mi experiencia acompañando a mujeres en el hospital, he visto cómo una buena información y un acompañamiento respetuoso pueden marcar la diferencia entre una lactancia que fluye y una lactancia que comienza con dificultades innecesarias.
Las primeras dos horas: un momento clave
Las primeras dos horas tras el parto son consideradas un periodo crítico para el establecimiento de una lactancia materna eficaz. Durante este tiempo, el bebé se encuentra en un estado de alerta tranquila, especialmente receptivo y preparado para iniciar la succión. En estas primeras horas:
• El reflejo de búsqueda y succión está especialmente activo.
• El sistema neurológico del bebé está preparado para reconocer el pecho materno.
• Se activan hormonas clave en la madre como la oxitocina y la prolactina, fundamentales para la producción de leche y el vínculo. Cuando este proceso se respeta, la lactancia suele iniciar de forma más natural y armónica.
La importancia del contacto piel con piel
El piel con piel inmediato y continuado no es solo un gesto emocional, es una necesidad biológica. Colocar al bebé desnudo sobre el pecho de su madre:
• Regula su temperatura, respiración y frecuencia cardíaca.
• Disminuye el estrés del nacimiento.
• Favorece la liberación de oxitocina en la madre, facilitando la subida de leche.
• Estimula el comportamiento instintivo de búsqueda del pecho.
El cuerpo de la madre es el mejor lugar para el recién nacido. Separarlo de ella sin una causa médica justificada puede interferir en este proceso natural.
¿Por qué la separación puede interferir en la lactancia?
Cuando el bebé es separado de su madre en estas primeras horas: • Se interrumpe la cascada hormonal necesaria para la lactancia.
• El bebé puede perder este periodo de máxima alerta.
• Se dificulta el inicio de una succión eficaz.
• Aumenta el riesgo de agarres incorrectos o dificultades posteriores.
Muchas veces estas separaciones se producen por rutinas hospitalarias que podrían esperar. Siempre que la situación clínica lo permita,
madre y bebé deberían permanecer juntos.
El agarre espontáneo: confiar en la sabiduría del bebé
Uno de los aspectos más fascinantes de estas primeras horas es el agarre espontáneo. Si se deja al bebé piel con piel, sin prisas ni intervenciones innecesarias, suele ocurrir algo maravilloso: el bebé comienza a reptar lentamente hacia el pecho, lo explora, lo toca, lo huele… y finalmente se agarra por sí mismo.
Este agarre espontáneo suele ser: Más profundo y más eficaz. Confiar en este proceso reduce muchas de las dificultades que aparecen cuando se fuerza una toma demasiado pronto o sin respetar los tiempos del bebé.
También hay que tener en cuenta que tras el nacimiento, el recién nacido atraviesa un periodo inicial de mayor actividad, que suele durar entre una y dos horas. Durante este tiempo el bebé está despierto, alerta y con ganas de mamar. Es el momento ideal para ofrecer el pecho tantas veces como lo necesite.
Después, el bebé entra en un periodo de letargo, donde duerme profundamente. Esto es normal y fisiológico. Por eso es tan importante que, mientras el bebé está activo, pueda mamar libremente, sin restricciones ni interferencias.
Estas primeras tomas son pequeñas en cantidad, pero enormes en impacto.
Un inicio respetado marca la diferencia.
La lactancia materna no depende solo de la voluntad de la madre.
Depende del entorno, de la información, del respeto a los tiempos y de un acompañamiento adecuado. Cuidar las primeras horas es cuidar el vínculo, la salud y la confianza de la madre.
Un buen inicio no garantiza que no haya dificultades, pero sí ofrece una base mucho más sólida sobre la que construir. Si estás embarazada o acabas de parir, recuerda: tu cuerpo sabe, tu bebé sabe, y mereces ser acompañada desde el respeto y la información
